4. Exterior, calle. De noche.
Javier camina por la vereda y repentinamente el cielo se
ilumina. Se lleva las manos a la cintura para mirar el cielo y sin querer roza
el teléfono en su bolsillo trasero y dispara una llamada. Se escucha una voz de
mujer, apenas audible.
VOZ DE MUJER
(en off).
Hola, Javier, ¿sos vos? ¡hola! Javier… Javier
Javier apenas la escucha, mira para los costados, creyendo estar
alucinando.
JAVIER
(en voz alta, hablando solo):
Victoria.
Vuelve a mirar el cielo y lo encuentra completamente
limpio, es una noche estrellada.
JAVIER
(Aun mirando hacia arriba):
¡Qué carajo! la escucho por todas partes.
Permanece varios segundos caminando, siempre mirando el
cielo hasta que la bocina de un auto lo sobresalta; quedó parado en medio de la
calle. El conductor del auto lo insulta, pero él ni siquiera lo mira.
JAVIER
(para sí mismo):
Debo estar volviéndome loco.
Camina algunas cuadras, pensativo. Saca el teléfono como si estuviese a punto de hacer una llamada pero se arrepiente sin siquiera mirar la pantalla y vuelve a meterlo en el bolsillo.
JAVIER:
Es inútil, no tiene sentido.
Camina un par de cuadras más y se mete en un bar.
5. interior, cuarto.
Una biblioteca abundante. Se
observan varios libros relacionados a las ciencias sociales. Filosofía,
sociología, antropología, etc. Sobre un escritorio hay más libros desparramados,
entre los que sobresale Obras completas de Epicuro. Gustavo está vestido con un
jean y una camisa celeste. Tiene alrededor de treinta años. Habla por teléfono.
GUSTAVO:
Hola, no, yo no fui. Viste el resp…
Su intención es comentarle acerca del resplandor pero las preguntas
del otro lado del teléfono lo marean y le hacen olvidar la razón de su llamado.
Se queja, mueve su cabeza en signo de fastidio.
GUSTAVO:
No, yo no fui, te lo juro. Sí, Agustina, creeme. Bueno, nos
vemos ahí.
Anota la dirección sobre Las obras completas de Epicuro.
¿Eso es en Palermo, no?
Corta y se apoya sobre el marco de la ventana. Prende un
cigarrillo.
GUSTAVO
(hablando solo):
¿Quién empieza a fumar a los cuarenta años?
Toma el cigarrillo entre el pulgar y el índice, como si
tuviera un porro, como quien no está acostumbrado a fumar. Mete una pitada profunda.
Se mira la mano y esboza una sonrisa. Mira por la ventana, el verde de la luz
del semáforo se proyecta sobre el violeta de los jacarandá formando un efecto
blanquecino. Da una nueva pitada y arroja el cigarrillo hacia la calle.
GUSTAVO:
Esto es una boludez.
El sonido de una frenada lo hace mirar hacia la calle. Ve a
un transeúnte (Javier) en medio de la avenida frente a un automóvil, casi sobre
sus pies. El hombre ni se mueve, parece estar en trance. Detrás del auto un
taxi (en el que viaja Agustina) también tiene que clavar los frenos.
(En voz
alta)
La gente está cada día más loca.
Toma el teléfono.
(Hablando por teléfono):
Hola Vicky… Si la llamé, quedamos en encontrarnos en un
rato, pero no sé, creo que no es mi tipo… Me pareció algo frívola… ¿Vos decís?
¿Virgo con cáncer?... Vos sabes que yo no creo en los signos… Está bien, no,
no, no te preocupes, después te cuento. Beso.
Cuelga y suspira. Mira nuevamente el semáforo que ya se
había puesto rojo, oscureciendo el violeta natural de las flores. Toma
nuevamente el paquete de Marlboro y está a punto de sacar otro cigarrillo pero
se arrepiente.
GUSTAVO:
Y ahora resulta que hablo solo.