jueves, 29 de diciembre de 2016

Clinamen (fragmento, guión literario)



4. Exterior, calle. De noche.

Javier camina por la vereda y repentinamente el cielo se ilumina. Se lleva las manos a la cintura para mirar el cielo y sin querer roza el teléfono en su bolsillo trasero y dispara una llamada. Se escucha una voz de mujer, apenas audible.



VOZ DE MUJER

(en off).

Hola, Javier, ¿sos vos? ¡hola! Javier… Javier



Javier apenas la escucha, mira para los costados, creyendo estar alucinando.



JAVIER

(en voz alta, hablando solo):

Victoria.



Vuelve a mirar el cielo y lo encuentra completamente limpio, es una noche estrellada.



JAVIER

(Aun mirando hacia arriba):

¡Qué carajo! la escucho por todas partes.



Permanece varios segundos caminando, siempre mirando el cielo hasta que la bocina de un auto lo sobresalta; quedó parado en medio de la calle. El conductor del auto lo insulta, pero él ni siquiera lo mira.



JAVIER

(para sí mismo):

Debo estar volviéndome loco.


Camina algunas cuadras, pensativo. Saca el teléfono como si estuviese a punto de hacer una llamada pero se arrepiente sin siquiera mirar la pantalla y vuelve a meterlo en el bolsillo.





JAVIER:

Es inútil, no tiene sentido.



Camina un par de cuadras más y se mete en un bar. 





5. interior, cuarto.

Una biblioteca abundante. Se observan varios libros relacionados a las ciencias sociales. Filosofía, sociología, antropología, etc. Sobre un escritorio hay más libros desparramados, entre los que sobresale Obras completas de Epicuro. Gustavo está vestido con un jean y una camisa celeste. Tiene alrededor de treinta años. Habla por teléfono.



GUSTAVO:

Hola, no, yo no fui. Viste el resp…



Su intención es comentarle acerca del resplandor pero las preguntas del otro lado del teléfono lo marean y le hacen olvidar la razón de su llamado. Se queja, mueve su cabeza en signo de fastidio.



GUSTAVO:

No, yo no fui, te lo juro. Sí, Agustina, creeme. Bueno, nos vemos ahí.



Anota la dirección sobre Las obras completas de Epicuro.



¿Eso es en Palermo, no? 



Corta y se apoya sobre el marco de la ventana. Prende un cigarrillo.



GUSTAVO

(hablando solo):

¿Quién empieza a fumar a los cuarenta años?



Toma el cigarrillo entre el pulgar y el índice, como si tuviera un porro, como quien no está acostumbrado a fumar. Mete una pitada profunda. Se mira la mano y esboza una sonrisa. Mira por la ventana, el verde de la luz del semáforo se proyecta sobre el violeta de los jacarandá formando un efecto blanquecino. Da una nueva pitada y arroja el cigarrillo hacia la calle.



GUSTAVO:

Esto es una boludez. 



El sonido de una frenada lo hace mirar hacia la calle. Ve a un transeúnte (Javier) en medio de la avenida frente a un automóvil, casi sobre sus pies. El hombre ni se mueve, parece estar en trance. Detrás del auto un taxi (en el que viaja Agustina) también tiene que clavar los frenos. 



(En voz alta)

La gente está cada día más loca



Toma el teléfono.



(Hablando por teléfono):

Hola Vicky… Si la llamé, quedamos en encontrarnos en un rato, pero no sé, creo que no es mi tipo… Me pareció algo frívola… ¿Vos decís? ¿Virgo con cáncer?... Vos sabes que yo no creo en los signos… Está bien, no, no, no te preocupes, después te cuento. Beso.



Cuelga y suspira. Mira nuevamente el semáforo que ya se había puesto rojo, oscureciendo el violeta natural de las flores. Toma nuevamente el paquete de Marlboro y está a punto de sacar otro cigarrillo pero se arrepiente.



GUSTAVO:

Y ahora resulta que hablo solo.

miércoles, 28 de diciembre de 2016

Fe



"Abraham creyó, y por eso se mantuvo joven; pues quien espera siempre lo mejor envejece en las decepciones y quien aguarda siempre lo peor se gasta temprano; pero quien cree conserva una eterna juventud. (...) Creyó en virtud del absurdo, porque aquello no era cosa de cálculos humanos; y el absurdo consiste en que dios, que era quien ordenaba ese sacrificio, al instante siguiente debía revocar su exigencia". 


S.K.

sábado, 24 de diciembre de 2016

-No- me dijo, con voz tan ronca que casi no reconozco como suya. -Quiero que tenga una larga vida y que usted escriba una novela más larga aún sobre las maldades que ella me hace. Quiero que usted la describa horrible e implacablemente. Y que esta desfiguración facial  mía se le transmute a ella, pero por dentro. Que le vaya carcomiendo el alma. No me importa pagar veinte veces más. Quiero que cada semana tenga un capítulo. Mi tortura se efectuará por el sistema de entregas-.

Dio un soplido y se fue, esta vez sin azotar la puerta. 
(A. C.)