jueves, 15 de febrero de 2018

LLegados a este punto me pregunto lo esencial: ¿Existe una filosofía de la obscenidad? ¿Tenemos necesidad de lo obsceno? ¿Nos aporta algo? Mucho se ha escrito sobre el tema, ya sabemos. Y nuestra mente enseguida recala en el Marqués de Sade, en Celine, Bukowski, Henry Miller. En idioma español no hay grandes obscenos. Somos más bien pocos porque la Iglesia se ha ocupado durante dos mil años de inyectarnos suficiente culpabilidad. Estamos sobresaturados de culpabilidad. Ahora  respondo mis preguntas: Sí, la obscenidad es necesaria, tan necesaria como el amor, la muerte, el ansia de poder y cualquiera de los grandes temas de la literatura y el arte. La literatura es un instrumento de exploración del ser humano. Un escritor consecuente con su oficio no debe detenerse ante la oscuridad. Luces y sombras. Día y noche. Ying y Yang. Todo hay que conocerlo. Todo hay que decirlo. Oscuridades y tinieblas. Somos un maravillloso amasijo de luces y sombras y toca al escritor experimentar, indagar, exponer...y después asumir las consecuencias por ser provocativo y molesto.

Jose Pedró Gutirérrez.