miércoles, 7 de septiembre de 2016

Tiempo y forma

Entonces Céfiro descargó una brisa sobre toda la isla y ella despertó y yo descubrió que su corazón latía. Los cielos se cubrieron y el mar embraveció con el aliento de Poseidón. Unió sus partes y poco a poco fue recobrando su forma. Así era ella, como una roca.

Él la contempló y sus ojos se te llenaron de lágrimas. El tiempo se detuvo repentinamente y comprendió que voy entre el marfil lo que corría era sangre. Por primera vez observó a el negro real de sus pupilas en el blanco donde antes sólo podía imaginarse. Su deseo creció y suspiró su belleza tímidamente, cuidándose de no volver desafiar a Afrodita. Creció como nunca, creció como acostumbraba crecer cada vez que la veía, desde la primera vez. 

Soy tu obra, dijo ella, sonriente, aún recostada sobre el pasto de Chipre, mostrando sus dientes blancos, también deseosos -dientes deseosos-, aún de marfil, a lo que él contestó a con un gesto afirmativo enamorar admirando sus formas que habían cobrado vida. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario