-El tipo me pidió un ácido, que quería probar, y no tuvo mejor idea que tomárselo a las siete de la mañana antes de ir a trabajar. Me llamó desde Cuenca que estaba con un ataque de angustia atascado en medio del tránsito. ¡Ni modo le dices a tu mujer que eso te lo dí yo! le dije, mejor deja el carro ahí y salte a caminar. Como no podía decirle a su familia de lo que se trataba terminó a las cuatro de la tarde con suero en la clínica y con diagnóstico de stress-.
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